47.610 infectados, 3.434 muertos
Una pesadilla me ha hecho despertar, sobresaltado, en mitad de la noche: una legión de ancianos momificados, vestidos sólo con harapos y con movimientos torpes, cual película de zombies, bailaban agarrados por parejas sobre una pista brillante de hielo mientras de fondo sonaba un vals macabro.
Ya despierto me vuelven a la cabeza, a modo de fragmentos, los palabras del jefe del Estado Mayor de la Defensa (JEMAD), Miguel Villarroya, informando ayer de las numerosas residencias de tercera edad a las que ha accedido el ejército esos días, encontrando a ancianos muertos mezclados con otros vivos, a cada cual más desmejorado, sin apenas empleados a cargo de la situación.
En paralelo el ministro de Sanidad, Salvador Illa, explicaba como el gobierno tomaba posesión del madrileño Palacio de Hielo para convertirlo en una morgue improvisada y lista para dar la necesaria continuidad a las funciones de hospital de campaña de la cercana feria de Madrid-IFEMA.
Las cifras arrojadas por Fernando Simón a media mañana han sido espeluznantes: con un incremento de casi 8.000 infectados y 738 víctimas mortales, no sólo hemos superado ya a China en cifras absolutas, sino que la velocidad de la incidencia del virus para este volumen de afectados es la más rápida que jamás mostró país alguno. A este paso podemos rebasar a Italia en pocos días, y colocarnos a la cabeza del pelotón del #coronavirus
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