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día 90: 2009, el año en que pasé de emprendedor a empresario

enero 6, 2010

2009 fue el primer año que viví completamente al descubierto, sin el cobijo de una nómina, renta, paraguas corporativo, social o familiar.

2009 fue el año en el que, de principio a fin, tuve que valerme de mis propios recursos, habilidades, seguridad y confianza para imaginar un futuro mejor mientras aseguraba el presente.

2009 fue el año en el que, mientras muchos se batían en retirada, yo no tuve más remedio que avanzar porque me iba la vida en ello.

2009 fue el año en el que contraté a 11 personas y despedí a 4 y el año en el que afronté mi primer acto de conciliación (amistoso, afortunadamente)

2009 fue un año que comencé con pérdidas y con el trauma de mi propia separación y en el que también aprendí a recibir las ganancias y acostumbrarme a una nueva vida con la serenidad propia del corredor de fondo.

2009 fue el año en que aprendí a confiar en clientes y en proveedores y, aún con la confianza defraudada en ocasiones, seguir confiando en nuevos clientes y nuevos proveedores.

2009 fue el primer año en el que tuve que decir a un proveedor ‘lo siento, no te puedo pagar hasta el mes que viene‘.

2009 fue el año en el que tomé conciencia de lo importante que resulta tener bien presente la fecha de la próxima liquidación de IVA, la próxima liquidación de IRPF y la próxima liquidación del Impuesto de Sociedades.

2009 fue el año en el que aprendí a pensar en clave pretérita, presente y futura. Quedarse en uno sólo de los tres estadios hubiera resultado fatal.

2009 fue el año que me demostró que las previsiones más pesimistas de costes se van a multiplicar por 1,5 y que las previsiones más conservadoras de flujo de caja se van a alargar una media de 60 días.

2009 fue el año en el que aprendí a mantener el barco a flote cuando hay tormenta y en el que supe pisar el gas a fondo cuando el avión comienza a despegar.

2009 fue el año en el que supe que, a veces, tus mejores aliados no están tras la ventanilla ni al otro lado del teléfono sino simplemente a un click.

2009 fue el año que me confirmó que merece la pena innovar en productos y en procesos y que el plazo para ello terminó ayer.

2009 fue el año que me demostró que la calidad no es una mejora, sino la condición a priori para que tus clientes repitan y te recomienden.

2009 fue el año que me confirmó que el entusiasmo, el talento y el esfuerzo son las recetas para el éxito mientras que el desánimo, la rutina y el desinterés deben ser atributos de la competencia.

2009 fue el año en el que comprobé que es mejor dedicarse a tareas ilusionantes para tu equipo y para tus clientes, aunque sean menos rentables sobre el papel, que dedicarse a actividades aparentemente más lucrativas en las que ninguno desea involucrarse y que nadie echará de menos mañana.

2009 fue el año en el que multipliqué por tres el volumen de facturación de mi empresa y supe mantener unos modestos beneficios con un adecuado plan de inversiones.

2009 fue el año en que aprendí que lo que hace grande tu empresa no está dentro de ti, está a tu alrededor 🙂

pd: más reflexiones sobre el 2009 en mi otro blog

día 56: el tuerto guiando al ciego o cómo aconsejar cabalmente a otro emprendedor

octubre 19, 2008

En los últimos días me he encontrado, en reiteradas ocasiones, ante la difícil tesitura de escuchar y aconsejar a emprendedores (o más bien preemprendedores) que buscan desesperadamente sacar adelante sus proyectos y no terminan de dar con la tecla adecuada.

En uno de los casos, el acercamiento se basaba en una supuesta semejanza de perfiles. En palabras de mi interlocutor «tanto tú como yo hemos trabajado muchos años en un gran medio tradicional y ahora nos enfrentamos al reto de ser empresarios de la Comunicación poniendo en valor nuestra experiencia». En realidad la semejanza acaba ahí. Él fue presentador de televisión durante décadas y ahora se ha visto afectado por un ERE masivo e intenta hacer de la necesidad virtud. Jamás tuvo que dedicarse a vender, facturar o cobrar en su antiguo empleo.

En un esfuerzo loable, constituyó hace seis meses una empresa con la que intenta suministrar contenidos audiovisuales a las grandes cadenas de televisión apoyándose en su imagen personal. Pero no ha comprado cámaras porque ‘salen muy caras’. Su estrategia de producción pasa por llegar a acuerdos con grandes productoras que le den respaldo a la hora de vender contenidos. El problema es que las productoras le rechazan con el argumento «tú intentas meterte en nuestro mercado valiéndote de nuestros recursos y encima quedarte con buena parte de nuestro margen de negocio.»

Mi consejo fue que dedicase más esfuerzos a vender y menos a pelearse por el reparto de porcentajes con potenciales subcontratistas.

En otra de las ocasiones un profesional que ha desarrollado su carrerar profesional en las lides de la consultoría y ahora está decidido a emprender me expresa su desesperación por «enganchar en alguna cadena de valor dentro de la ‘cultura digital’ española». Su propuesta de valor, según explica en su plan de negocio, se basa en:

«crear un nuevo concepto de eLearning para satisfacer la demanda insatisfecha del mercado. Utilizar la creciente convergencia tecnológica y cultural de la TV con la Internet para diseñar y ejecutar metodologías para el ‘aprendizaje colaborativo’ que resultan más atractivos y facilitan la transferencia de lo aprendido en ‘el espacio virtual de aprendizaje’ a los campos reales de actuación donde se desempeñan profesionalmente los alumnos»

Mi análisis es que la inercia de la consultoría centrada en grandes organizaciones puede llegar a ser un obstáculo para empezar desde cero. Determinados planteamientos pueden ser óptimos para solicitar una subvención o incluso para que una gran empresa experimente con una nueva vía de negocio. Pero no son válidos cuando tienes que comenzar a construir algo con escasos recursos. 

Mi consejo fue «creo que lo importante cuando empiezas de cero no es tanto identificar dónde está el valor sino identificar dónde está el dinero. Después llega el momento de construir la propuesta de valor para que ese dinero cambie de manos»

Más sencillo me resultó aconsejar a un emprendedor que me llamaba desde el INEM para explicarme que no le adelantaban el pago único al intentar constituir su SL: «lo solicitas como autónomo, haces las inversiones necesarias para arrancar tu negocio y en segundo paso llega la SL»

Otro emprendedor social y amigo me confesaba recientemente «le tengo tanta aversión al excel que las previsiones de mi plan de negocio las estoy haciendo con Photoshop». No sé si se lo dije en el  momento, pero en todo caso le respondo ahora: «vas a tener que pasar por el aro de las hojas de cálculo, te gusten o no, por muy social que sea tu proyecto»

Por último, reconozco que a dos personas que estaban dudando si dejar ahora su trabajo para emprender tuve que decirles, de corazón, «espera unos meses antes de lanzarte a la piscina, porque la están drenando y aún no sabemos si el agua tiene dos metros o dos centímetros de profundidad»

Aprovecho para dejar algunos enlaces con mejores consejos de los que yo me creo capaz:

Startups, ¿ahora o en otro  momento? por Alejandro Santana

Consejos de Sequoia VC para sus startups participadas por Om Malik

El Apocalipsis ¿y aún crees que no te afectará mucho?, por Alejandro Suárez

Web 2.0 y crisis por José A. del Moral

Web 2.0 y crisis: no es para tanto por Miguel A. Díez Ferreira

El que tenga un duro, que lo guarde por Carlos Blanco (citanto a Luis Martín Cabiedes)

Por si estás pensando en buscar inversión por Javier Martín

Emprender en tiempos de crisis por Antonio Andujar